domingo, 24 de enero de 2010

NECESITO LIBERTAD

Sentado en la cama y con la mente en blanco comencé a emprender un viaje hacia lo más profundo de mi alma, esa parte donde habita mi razón de ser, la que debía haber visitado hace ya mucho tiempo.
Navegando pude advertir el motivo de aquello que me llevaba causando tanta incertidumbre desde hacía ya unos meses. Me preguntaba quién era yo. La respuesta fue demasiado sencilla, pero ¿quería ser así? De repente descubrí que, en cierto modo, la primera pregunta no era tan sencilla como pensaba, esa persona que creía ser no era yo.
Hubo un día, no sé cuándo, en el que inconscientemente decidí abandonarme a la espera de que lo que me aconteciese desde entonces, fuese mucho más sencillo. Me abandoné por miedo a enfrentarme a la realidad.
Desde ese día había empezado a no vivir mi vida, había empezado a ser como el resto, y lo que es peor, a ser como el resto quería que fuese yo.
Ahora estaba todo claro. Pero... ¿Por qué lo hacemos? Enseguida me veía sonriendo sin ganas, mintiendo por compasión y fingiendo cuando sabía que aquello que me decían no era cierto. Fingiendo por y para el resto. Pero no merece la pena, a mí no me ha merecido la pena, no es correcto aquello que se considera correcto. No siempre. No creo que sea correcto hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres.


No nos damos cuenta, pero siempre estamos llenos de miedo, miedo a descubrir quienes somos, miedo a parecer vulnerables ante el resto; y ni siquiera nos cuestionamos cada pequeño acto de nuestra vida, dando por sabido que hacemos lo correcto: convertidos ilusos por creer de nosotros unas buenas personas sin cuestionarnos el significado que tiene ser una buena persona.
Nos escondemos tras una máscara esperando a que alguien nos diga lo que debemos hacer como si fuésemos marionetas de títere...
...No podía seguir así, no puedo seguir así; no puedo pensar que estoy en manos de otra persona y aún así seguir pensando que tengo libertad. Es hora de cortar esas cuerdas que me separan de la vida.

miércoles, 6 de enero de 2010

ERRORES


Después de un vago esfuerzo en el que consigo levantar mi cabeza y mirar hacia delante, la vida se planta frente a mí, azotándome con látigos que van dejando huella en mi piel, recordándome una vez más que sólo soy un trozo de carne.
Algunas marcas cicatrizan pronto. Otras nunca. Y aquellas que perduran son las que nos recuerdan que para evitar el golpe es necesario apartarse.

Tras un momento de reflexión, me detengo y me dispongo a observar a cada viandante analizando cada pequeño movimiento y me sorprendo al descubrir la seguridad con la que camina cada uno.
Irónicamente aquellos son los que tienen el cuerpo cubierto de latigazos.
Continúo con mi trayectoria, de nuevo con la mirada en el suelo, y por mi cabeza ronda un nuevo pensamiento... Malditos ingenuos.