martes, 7 de diciembre de 2010

CONVERSANDO - 1

-¿Qué te ha pasado? ¿Por qué has dejado de escribir?
-...
-¿No quieres hablar? Te noto cambiado, como si fueses otra persona...
-...
-Deja de escucharme mirando al suelo sin decir nada, me estás asustando.
-...
-Está bien, volveré mañana.
-Lo siento, no sé qué me pasa, supongo que tienes razón.
-Razón en qué.
-En que no soy el mismo, han cambiado demasiadas cosas en mi vida últimamente. Supongo que es normal que me hayan afectado.
-¿Qué te ha pasado?
-... No sé. Quizás no sea que me haya ocurrido algo en concreto.
-¿Entonces? No te entiendo Dani.
-He empezado a cuestionarme todo y ahora el que no entiende nada soy yo...
-¿Qué es lo que no entiendes?
-Nada... Ni si quiera entiendo a la gente que cree que entiende las cosas, los pobres se autolimitan y no lo saben. Siempre habrá algo con lo que no contamos, algo que se nos escape. Mientras tanto seguiremos viviendo en esta puta farsa.
-Está bien, pero recuerda, es tu farsa, tú decides lo que hacer con ella, tú y nadie más... ¿O eso también es mentira?
-...
-Volveré mañana.
-Pero dime... ¿Quién eres?
-¿Acaso no lo sabes? soy un guión más de tu conversación.
-Entonces te espero mañana...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

TARDE


Dicen que nunca es tarde para volver a empezar. Supongo que no debería rendirme, que no debería dejar pasar tantas veces el sol sobre el horizonte sin ni siquiera observarlo, sin saber cuándo asoma y cuándo desaparece; sin embargo, hace tanto tiempo que no me asomo por la ventana, que he olvidado el color característico del crepúsculo.


Tú permaneces inmóvil e impasible junto a mí, y yo, con el peso de mis pensamientos procuro caminar hacia delante dejándote atrás, intento salir de este túnel diminuto cuyo fin parece tan inalcanzable. Ingenuamente sigo confiando en que un pequeño rayo de sol atraviese mi mirada y llene de templanza el envoltorio gris que yace inerte bajo mi pecho.
Sólo busco un estímulo, algo a lo que poder aferrarme cada día, necesito que ocurra algo que rompa con esta rutina, algo que me haga pensar que ha merecido la pena levantarme por la mañana, sentir que he hecho algo por alguien, que han hecho algo por mí... Pero es obvio que aún el rayo no penetra, que es la tenue luz de la luna la que ilumina mi rostro.


Y luego ya ves, te cuento la controversia que me anida y callas pacientemente, sin interrumpir un solo sollozo, observando mi profunda ceguera, siendo consciente de que esa argolla que ahora busco, a la que aferrarme, no podría haber sido otra persona.
Ahora he dado el primer paso,  ya es tarde para volver a empezar...

jueves, 22 de julio de 2010

EL PODER DEL MIEDO





Nunca antes había notado tu presencia de este modo. Apenas puedo verte como una figura borrosa que se desvanece en la oscuridad.
Todavía no sé quién eres. Tengo frío.
Arropado hasta el cuello intento protegerme de aquello que desconozco, aunque sé que en realidad mi intensa vulnerabilidad resplandece por sí misma.
Miro de nuevo, pero ya no estás ahí.
Ahora, ahora recuerdo. Era el miedo el que no me dejaba verte, pero está claro, eres tú.
No sé por qué te has ido...
No puedo dormir. No sé por qué. Quizás por tu imagen, tu silueta, por ese espléndido juego que ha comenzado la imaginación conmigo. O quién sabe... puede que simplemente no esté suficientemente cansado.
No dejo de pensar en ti.
Inconscientemente he empezado a pensar en todos esos momentos que hemos pasado juntos.
Ya son las 5:00
Alguien llama. Es tu madre.
Por lo visto viniste a verme hace una hora.
Ojalá el miedo me hubiese dejado hablar contigo.

Nunca te olvidaré.

sábado, 10 de abril de 2010

DOMINGO DE RAMOS

Aún puedo recordar aquel día en el que me despojaron de las raíces que me ataban a la vida, aquel día en el que el hombre, creído orgulloso poseedor de mi vida, me la arrebató sin piedad ni remordimiento alguno separándome de mi querida madre.
Recuerdo cómo me metieron en una furgoneta con el resto de mis hermanas y lo que se iba rumoreando. Entendí que un Dios nos estaba esperando para darnos la gloria eterna y la inmortalidad del alma.

Al día siguiente comenzó todo, el día que más tarde entendería lo que aquellos seres llamaban “Domingo de ramos”. Entró un hombre vestido con una especie de túnica que le llegaba hasta los tobillos y nos cogió para llevarnos a una sala llena de gente donde parecía estar celebrándose algo. En ese momento pensé que quizás mis hermanas tenían razón, pero aquel sentimiento de felicidad duró apenas un instante.

Una serie de personas colocadas en fila iban acercándose a nosotras y llevándonos una a una hasta que llegó mi turno, fue el último día que pude ver al resto de mis hermanas.
Fácilmente entendí, durante el trayecto que finalizaría en la casa de estas personas, que mi vida tenía un significado, una finalidad. Dijeron que yo me encargaría de ahuyentar a los malos espíritus, aún no sé por qué pensaron eso de mí, ni si quiera sé qué es un espíritu...

Al llegar a la casa me ataron con una cuerda a uno de los numerosos barrotes que constituían el límite del balcón, y ahí me quedé yo, expuesta al borde del abismo, pero siempre sin decir nada.

El tiempo fue pasando y de vez en cuando conseguía ver a esos seres, aquellos que hacían de mi vida una tortura, en la que pensaba que no podía seguir viviendo con tanto sufrimiento. Qué ingenua... si en aquel momento hubiese sabido lo que me esperaba quizás hubiese empleado mi tiempo en hacerme fuerte y no en autocompadecerme.
Los siguientes meses fueron meses de soledad y tristeza, de lágrimas invisibles y de esperanza, de aquella que desespera...

Los meses hicieron que con el tiempo llegase el frío que fue debilitando mi estructura poco a poco y, al fin, la semana santa de nuevo.
Empecé a sentir la presencia de Dios otra vez, ese que estaba en boca de todos, ese Dios que me vendría a liberar, aquel que conseguía de mí una emoción sutil, un albergue de esperanzas y deleites generosos.
Sin embargo, lo único que llegó fue otro domingo de ramos, y con él, otra rama de olivo que cumpliría sus funciones mejor que la vieja y quebradiza rama en la que ya me había convertido.
Mi siguiente destino fue el contenedor de la basura, aquel lugar donde perdí toda fe y esperanza.

Es difícil saber lo que sentir en situaciones así, qué pensar... Aunque el propósito esté claro, es ardua la tarea de lanzar la súplica adecuada para recibir la respuesta que se espera y, aún más difícil resulta saber en qué dirección emitir el sollozo solitario; pero sin saber cómo ni de dónde salen las fuerzas necesarias para que se me escuche lo más lejos y profundo posible, consigo gritar tan alto que mi voz envuelve todo el silencio y atraviesa la barrera del sonido para llegar a su destino.
Y de nuevo, un sonoro silencio se hace latente llenándolo todo, hasta el más mísero vacío y yo callo por el miedo a volver a ser castigada por aquellos que un día me quitaron la vida fingiendo defenderla con creencias absurdas.

domingo, 21 de marzo de 2010

HIPOTÉTICAMENTE...


...llegar a casa y sentir que la soledad que se presenta no es más que una gran compañera que te ayuda en los momentos difíciles, sentir cómo te abraza infinitamente, atrapándote en lo más profundo del abismo, y aún así, estar rodeado de GENTE... Sin embargo; ¿Qué importa la gente? ¿Qué es la gente? Desde luego, gente sin más, no significa nada.

A veces despertarse de un sueño profundo y sentir que no estás viviendo absolutamente nada. A veces, despierto, sentir como si la vida no fuese más que un sueño... Un mal sueño.
De pronto sorprenderte imaginándote la vida como un proceso para lo que será la VIDA de verdad, imaginar que esa vida no es más que un sueño en el que tienes sueños, y que el mundo es totalmente diferente.
Al igual que en los sueños, sentir como si ESTE sueño fuese a acabarse justo en el preciso instante en el que estás a punto de morir. Aún así, algo dentro de ti, te impide probar esa teoría... quizás sea esa ínfima parte en la que reside nuestro instinto de supervivencia, o lo poco que nos queda de él.

Estar sólo, sin saber qué sentir, qué pensar. Pese a todo, elegir la rutina que hace que todo siga como está, que hace que las cosas no sean ni mejor ni peor, y eso no importa, porque las cosas no pueden ir peor... que es lo que cuenta.

domingo, 24 de enero de 2010

NECESITO LIBERTAD

Sentado en la cama y con la mente en blanco comencé a emprender un viaje hacia lo más profundo de mi alma, esa parte donde habita mi razón de ser, la que debía haber visitado hace ya mucho tiempo.
Navegando pude advertir el motivo de aquello que me llevaba causando tanta incertidumbre desde hacía ya unos meses. Me preguntaba quién era yo. La respuesta fue demasiado sencilla, pero ¿quería ser así? De repente descubrí que, en cierto modo, la primera pregunta no era tan sencilla como pensaba, esa persona que creía ser no era yo.
Hubo un día, no sé cuándo, en el que inconscientemente decidí abandonarme a la espera de que lo que me aconteciese desde entonces, fuese mucho más sencillo. Me abandoné por miedo a enfrentarme a la realidad.
Desde ese día había empezado a no vivir mi vida, había empezado a ser como el resto, y lo que es peor, a ser como el resto quería que fuese yo.
Ahora estaba todo claro. Pero... ¿Por qué lo hacemos? Enseguida me veía sonriendo sin ganas, mintiendo por compasión y fingiendo cuando sabía que aquello que me decían no era cierto. Fingiendo por y para el resto. Pero no merece la pena, a mí no me ha merecido la pena, no es correcto aquello que se considera correcto. No siempre. No creo que sea correcto hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres.


No nos damos cuenta, pero siempre estamos llenos de miedo, miedo a descubrir quienes somos, miedo a parecer vulnerables ante el resto; y ni siquiera nos cuestionamos cada pequeño acto de nuestra vida, dando por sabido que hacemos lo correcto: convertidos ilusos por creer de nosotros unas buenas personas sin cuestionarnos el significado que tiene ser una buena persona.
Nos escondemos tras una máscara esperando a que alguien nos diga lo que debemos hacer como si fuésemos marionetas de títere...
...No podía seguir así, no puedo seguir así; no puedo pensar que estoy en manos de otra persona y aún así seguir pensando que tengo libertad. Es hora de cortar esas cuerdas que me separan de la vida.

miércoles, 6 de enero de 2010

ERRORES


Después de un vago esfuerzo en el que consigo levantar mi cabeza y mirar hacia delante, la vida se planta frente a mí, azotándome con látigos que van dejando huella en mi piel, recordándome una vez más que sólo soy un trozo de carne.
Algunas marcas cicatrizan pronto. Otras nunca. Y aquellas que perduran son las que nos recuerdan que para evitar el golpe es necesario apartarse.

Tras un momento de reflexión, me detengo y me dispongo a observar a cada viandante analizando cada pequeño movimiento y me sorprendo al descubrir la seguridad con la que camina cada uno.
Irónicamente aquellos son los que tienen el cuerpo cubierto de latigazos.
Continúo con mi trayectoria, de nuevo con la mirada en el suelo, y por mi cabeza ronda un nuevo pensamiento... Malditos ingenuos.